La libertad de conciencia

La pluralidad de pensamiento de la ciudadanía, la multiculturalidad de la sociedad, y las distintas creencias religiosas entre otros factores, hacen necesaria la eliminación de los símbolos religiosos de las aulas, puesto que con ello se favorece la integración del alumnado dejando para el entorno privado las prácticas religiosas.

Los centros escolares son lugares de convivencia, espacios de formación desde el conocimiento nunca espacios evangelizadores, esto ha de quedar para otros ámbitos en los que las leyes garantizarán esa libertad de culto pero fuera del horario lectivo.

Las ideas que se aprenden en los primeros años de vida son de gran importancia, porque  impregnan el subconsciente de tal manera que se conforman en la estructura básica sobre  la que se sustentarán los idearios que nos acompañarán el resto de nuestra vida. Si un niño recibe continuos mensajes de respeto, tolerancia  racionalidad, existen muchas probabilidades de que se convierta en un adulto libre, crítico, racional y tolerante.

Los padres y madres a la hora de elegir lo mejor para los hijos debemos tener en cuenta en que marco deseamos que se configure su conciencia, en un marco de libertad y pluralidad de ideas que les permita ir eligiendo las opciones que más le convenzan, mediante el desarrollo de su capacidad crítica, acompañándoles en este proceso. La escuela debe ser el marco fundamental en el que la sociedad garantiza el desarrollo de ese derecho universal a la libertad y pluralidad, por otro lado incompatible con la presencia de símbolos de cualquier ideología. /p>

Los centros escolares deben ser laicos, éticos y cívicos puesto que estas son las condiciones para la convivencia de todas las posibles culturas. La libertad de conciencia  es el eje vertebrador que da sentido a los derechos fundamentales, entendida esta como un derecho universal, la libertad religiosa  se ha de concebir como el derecho de cada ser humano a llenarla de contenidos cristianos, budistas, marxistas, etc.

Es necesario promover una educación que respete al máximo la libertad de conciencia y el espíritu crítico de todo el alumnado. Porque es la garantia del derecho a la educación de todos y todas en condiciones de igualdad, sin exclusión de nadie sean cuales sean sus características personales, su origen social, su cultura o sus creencias.

Los centros de enseñanza por ser espacios de convivencia han de procurar la cohesión social para adquirir conocimientos y valores democráticos en los que no caben los adoctrinamientos, la segregación ni la exclusión de nadie. En las escuelas deben formarse ciudadanos, no fieles, debe favorecerse la coeducación, la igualdad entre mujeres y hombres. Las creencias religiosas y las no creencias son opciones personales que hay que respetar por igual y que se pueden expresar en los lugares públicos correspondientes como son los templos,  los centros cívicos, etc.

Una enseñanza laica garantiza la libertad de conciencia además de la no imposición de las normas y valores morales particulares de ninguna religión o de la irreligión.

Mediante una enseñanza cívica los ciudadanos apreden a poner en práctica valores en sus acciones y en su vida cotidiana ya que son indispensables para vivir en armonía y paz, suponiendo un compromiso individual y personal, enseñando y dando a conocer los valores que la sociedad exige para el bien personal y colectivo, se llevaría a cabo

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